top of page

Percibir la realidad

Updated: Feb 16, 2023

percibir-la-vida-3

¿Alguna vez te ha pasado que ante un hecho o acontecimiento aparentemente muy evidente otra u otras personas lo ven de una manera totalmente diferente a como lo ves tú?

¿Te has planteado alguna vez por qué ocurre eso?

¡Vamos a poner un poco de luz en este tema!


Los seres humanos percibimos la vida a través de los sentidos. Cuando tenemos cualquier experiencia o vivimos cualquier situación, no la percibimos tal y como es, sino que es “filtrada” por nuestras experiencias anteriores y por nuestras creencias, creando una "interpretación", una representación interna de esa situación.

Así pues la representación interna, que representa nuestra experiencia de un acontecimiento, no es exactamente el suceso en sí, sino una reelaboración que hemos realizado internamente.

Eso nos indica algo muy importante: la calidad de nuestra vida no viene determinada por lo que nos ocurre, sino por lo que creemos que nos ocurre.

No existe una realidad objetiva. ¡O AL MENOS NADIE LA CONOCE! Cada uno tiene su propia realidad.

Cuando sufrimos o nos preocupamos, lo que nos hace sufrir o preocuparnos no es el hecho en sí, sino lo que pensamos o creemos sobre lo que nos ocurre, la interpretación que hacemos del hecho

¿Quién es una persona con pensamiento y actitud positiva?

Aquella que ante una mala situación se esfuerza por buscar la óptica más positiva, el lado menos malo.

¿Por qué es importante buscar la interpretación más positiva? Porque si buscas interpretaciones positivas tus pensamientos y actitudes serán positivos.

Os voy a poner un ejemplo con el siguiente texto:

Un buque acorazado, después de unas maniobras, vuelve a puerto. Al caer la noche, aún lejos del puerto, empieza a aparecer una intensa niebla.

Al cabo de un rato el vigía anuncia: “Luz a estribor”. “¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?” —preguntó el capitán.

El vigía respondió: “Rumbo directo, capitán”, lo cual significaba que, de seguir así ambos rumbos, se dirigían directos a una colisión.

El capitán llamó al encargado de emitir las señales y le ordenó: “Envíe este mensaje: estamos a punto de chocar, aconsejamos que desvíe su rumbo 20 grados”. Al cabo de unos segundos, de la luz llegó una respuesta: “Aconsejamos que ustedes desvíen 20 grados su rumbo.”

El capitán dijo: “Contéstele: soy capitán. Cambie su rumbo 20 grados”, a lo cual la luz respondió: “Soy marinero de segunda clase, mejor cambie usted su rumbo 20 grados.”

El capitán, muy enfadado, respondió: “Somos un acorazado, cambie su rumbo 20 grados”, a lo cual la luz respondió: “Yo soy un faro.”

Al final, el acorazado cambió su rumbo.

Stephen Covey (Los 7 hábitos de la gente realmente efectiva)

Siempre que explico esta historia muchas personas interpretan que el marinero es el “malo”, pero eso cambia por solo cuatro palabras (“yo soy un faro”). ¿Qué nos hace verlo así? ¿Por qué no buscamos una interpretación más positiva?

Vamos a ir un poco más lejos:

Cada uno de nuestros pensamientos se asocia a unas reacciones químicas que afectan a nuestras células y crean distintas sensaciones en nuestro cuerpo.

Esas sustancias químicas condicionan el funcionamiento de nuestro ADN y, a través de eso, la producción de proteínas en nuestro cuerpo.

Cuando un pensamiento o una emoción se repite muchas veces, también se repite muchas veces la misma reacción química en el cuerpo, lo cual acaba por crear adicción en nuestro cuerpo (en nuestras células).

Con el tiempo el cuerpo se acostumbra a esperar esas reacciones químicas… De tal manera que es nuestro propio cuerpo el que nos pide que volvamos a tener el mismo pensamiento o emoción… ¡Eso acaba creando los hábitos!

Somos, pues, el producto físico de lo que pensamos, de nuestra conversación interna e incesante con nosotros mismos.

situación + interpretación + respuesta = realidad

Hay muchos ejemplos de lo que estoy diciendo, por ejemplo  el efecto placebo.

Cuando un paciente recibe un placebo y piensa que se trata de un medicamento real, su sistema nervioso generalmente reacciona segregando diversas sustancias, entre ellas la dopamina, una sustancia química responsable de los efectos en el ánimo.

Esa sugestión, ese creer que ese medicamento les irá bien, les curará o aliviará permite que finalmente eso sea lo que ocurra, aunque el porcentaje de éxito depende siempre del tipo de enfermedad, de la personalidad del paciente y de la capacidad de sugestión del médico o de quien se lo entregue.

O de manera opuesta, el efecto nocebo, que supone el empeoramiento de los síntomas o signos de una enfermedad por la expectativa, consciente o no, de efectos negativos de una medida terapéutica.

O personas con enfermedades que lo viven como “estar enfermos” (una situación temporal y pasajera, ahora estoy enfermo pero antes no lo he estado y después tampoco tengo por qué estarlo) o “ser enfermos” (relacionado con su identidad y por lo tanto permanente: “soy un enfermo”).

La condición necesaria y suficiente es mantener pensamientos y actitudes adecuados para lograr los resultados que nos hemos propuesto.

Somos, hoy, lo que pensamos ayer. Por lo que podemos cambiar nuestra vida con el uso adecuado de los pensamientos y de los actos que se deriven de ellos.

Os dejo con una frase de Buda y una reflexión:

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado.”

Buda


Siempre hay una visión diferente. ¿Buscamos  una más positiva?

Comments


© 2035 by Lee Phan. Powered and secured by Wix

bottom of page